El acontecimiento musical de la semana ha sido, sin lugar a dudas, el debut de Teresa en el HEINRICH-SCHÜTZ KANTOREI interpretando CARMINA BURANA de Carl Orff bajo la dirección de BERND SCHARFENBERGER, así que en la dCj de nuestros amores lleva ya unos días la versión con dos pianos y percusión que vemos en la carátula, por ser la que se usó como referencia en los ensayos.
Aparte de la audición detenida del disco, gracias a internet hemos podido investigar sobre la pieza, cosa que antes nos estaba vedada. De ese modo me enteré que los cantos goliardos que conforman las letras de Carmina Burana fueron descubiertos en el siglo XIX nada más y nada menos que en el BENEDIKTBAUERN, lugar que visitamos en nuestras vacaciones en Kochel am See del 2010 y que puede verse en el post de PANITO (sPyP 168).
A continuación vinieron las investigaciones biográficas sobre Carl Orff quedándome espantado de la época tan dura que vivió. Que Alemania esté levantada sobre los cimientos de esa historia tan reciente es para poner los pelos de punta a cualquiera que vaya ahora a Alemania porque... quién lo diría...!
Una de las cosas más sorprendentes de Carmina Burana es la increíble popularidad de la obra. De entre las webs que consulté, me gustó mucho la de Mcluskey, colaborador del EL TAMIZ (página que descubrí también gracias a la búsqueda). Da las letras, un enlace a una versión grandiosa y bien grabada de youtube, hace un comentario pormenorizado de cada uno de los 25 cantos y nos sitúa mucho mejor que cualquiera de las pedantes carátulas de los LPs de antaño: enlace aquí.
Con los vídeos hechos por Julia (imposibles de subir aquí) y las estupendas fotos de Ernesto Soánez, podemos hacernos una idea de lo bien que salió el concierto y de lo guapa que estaba nuestra cantante; y con la audición detenida y concentrada de nuestro disco de hoy podemos disfrutar a fondo de su excelente música. Ahora bien, como muy bien dice el amigo Mcluskey:
Mira que hay versiones de esta obra, y todas buenas… pues ninguna tiene nada que ver con escucharla en directo. Nada de nada. Ningún aparato de sonido al máximo de sus capacidades puede competir con ciento y pico cantantes ejecutando a pleno pulmón el O Fortuna o el Ave formosissima o el Tempus est iocundum en directo… Ni tampoco con el percusionista que toca el timbal, o el bombo, cuyo sonido pasa directamente por encima de todo el resto de los sonidos directo a nuestros tímpanos… y no digamos con el conjunto de la orquesta y el coro actuando al unísono en fortissimo. Nada, nada se puede comparar a la música en directo. Nada.
A lo que cabe añadir que si la versión es sin orquesta, sólo con la percusión y los pianos, como fue en el concierto del Heinrich-Schütz Kantorie de Freiburg el pasado domingo 23 de marzo a las 7 de la tarde, los matices del canto y de la pieza ganan muchísimo más en intensidad y emoción.
