Ya lo siento, lo siento. Os tenía abandonados (¿o me tenía abandonado a mí?). No se puede vivir sin música. No se debe vivir sin música. Y la obligación de un disco a la semana es tan poca cosa que me sonrojo de pensar que en las últimas dos semanas no os he subido ningún álbum a la dCaja,
La culpa la tiene Brahms, ja ja ja (pobre hombre) que me apabulló con sus dos primeras sinfonías, y que cuando escuché la tercera, fuera de contexto (en los viajeros días de San Bernabé), me supo a demasiado conocida, a continuación de las otras dos, o a música escuchada por obligación. Me acordé entonces que el filósofo Eugenio Trías me dijo cuando le hice una entrevista para Archipiélago, que él solía coger a un autor y que entonces escuchaba todo lo que podía de él. Esa manera tan trabajosa de escuchar música no debe de ser la mía y el plan que me hice de escuchar las cuatro sinfonías de Brahms, una por semana, se me vino lógicamente a pique.
Ayer por la noche, sin embargo, me puse la tercera sinfonía en el ipod antes de ir a la cama, y volví a tener las mismas sensaciones de plenitud que hace cuarenta años. Bueno, también he de confesar que hacia el tercer movimiento me dio algún vahído y no sé si me llegué a dormir, pero eso es lo de menos. O lo de más: ¡que mejor cosa que dormirse arrullado por los violonchelos o por esos maravillosos bajos brahmsianos! Lo malo de las sinfonías de Brahms en ese sentido, es que no tarda mucho en ponerse épico, le da a las trompas y los timbales y te saca del sueño antes de que se te haya hecho profundo.
El cuarto movimiento lo he escuchado esta mañana en el desayuno (también pueden escucharse las sinfonías así) y me ha sabido a magdalenas. No recordaba ese final de la sinfonía tan calmado y poco épico (ideal para quedarse dormido). Arrancar el día después de ese final se me ha hecho un poco cuesta arriba pero por lo menos he logrado desatascar este blog.
Buscad el momento de escuchar esta sinfonía, aunque sea por partes. Olvidaros de todo tipo de imágenes asociadas al mundo de la música y quedaros sólo con la música. Y dejaros llevar. Es impresionante.